miércoles, 11 de julio de 2018

SALUTATION DEL OPTIMISTA

https://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/22/TH_22_003_148_0.pdf

Ruben Dario se acercó con esta composición a los hexámetros sagrados.

SALUTACIÓN DEL OPTIMISTA
ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,
espíritus fraternos, luminosas almas, salve!
Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos 

lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos;
mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;
retrocede el olvido, retrocede engañada la muerte,
se anuncia un reino nuevo, feliz sibila sueña,
y en la caja pandórica de que tantas desgracias surgieron 

encontramos de súbito, talismánica, pura, riente,
cual pudiera decirla en sus versos Virgilio divino,
la divina reina de luz, la celeste Esperanza!

Pálidas indolencias, desconfianzas fatales que a tumba
 o a perpetuo presidio, condenasteis al noble entusiasmo,
 ya veréis el salir del sol en un triunfo de liras, 
mientras dos continentes, abonados de huesos gloriosos, 
del Hércules antiguo la gran sombra soberbia evocando, 
digan al orbe: la alta virtud resucita,
que a la hispana progenie hizo dueña de siglos.

Abominad la boca que predice desgracias eternas, 
abominad los ojos que ven sólo zodíacos funestos, 
abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres 
o que la tea empuñan o la daga suicida.
Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del mundo,
la inminencia de algo fatal hoy conmueve la tierra; 

fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas águilas,
y algo se inicia como vasto social cataclismo
sobre la faz del orbe. ¿Quién dirá que las savias dormidas 

no despierten entonces en el tronco del roble gigante
bajo el cual se exprimió la ubre de la loba romana?

¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue
 músculos y que al alma española juzgase áptera y ciega y tullida?
No es Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y en polvo 
ni entre momias y piedras, reina que habita el sepulcro,
la nación generosa, coronada de orgullo inmarchito, 

que hacia el lado del alba fija las miradas ansiosas,
ni la que, tras los mares en que yace sepulta la Atlántida,
 tiene su coro de vastagos, altos, robustos y fuertes.
Únanse, brillen, secúndense, tantos vigores dispersos;
formen todos un solo haz de energía ecuménica.
Sangre de Hispania fecunda, sólidas, ínclitas razas,

 muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo. 
Vuelva el antiguo entusiasmo, vuelva el espíritu ardiente 
que regará lenguas de fuego en esa epifanía.
Juntas las testas ancianas ceñidas de líricos lauros
y las cabezas jóvenes que la alta Minerva decora,
así los manes heroicos de los primitivos abuelos,
de los egregios padres que abrieron el surco prístino, 

sientan los soplos agrarios de primaverales retornos
y el rumor de espigas que inició la labor triptolémica.
Un continente y otro renovando las viejas prosapias,
en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua,
ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos

. La latina estirpe verá la gran alba futura:
en un trueno de música gloriosa, millones de labios,
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente,
Oriente augusto, en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios, la actividad infinita.
Y así sea Esperanza la visión permanente en nosotros,
ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!




De otoño
Yo sé que hay quienes dicen:
 ¿por qué no canta ahora

con aquella locura armoniosa de antaño?
Ésos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.

Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!
Yo persigo una forma
Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, 
botón de pensamiento que busca ser la rosa; 
se anuncia con un beso que en mis labios se posa 
el abrazo imposible de la Venus de Milo. 
Adornan verdes palmas el blanco peristilo; 
los astros me han predicho la visión de la Diosa; 
y en mi alma reposa la luz como reposa 
el ave de la luna sobre un lago tranquilo. 
Y no hallo sino la palabra que huye, 
la iniciación melódica que de la flauta fluye 
y la barca del sueño que en el espacio boga; 
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente, 
el sollozo continuo del chorro de la fuente 
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

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