martes, 14 de agosto de 2018

WHISPERY JAZMINES




Los jazmines susurran
mientras cabalgan sobre 
el viento Austral de la mañana humeda y gris.






El azul aroma de los blancos jazmines
envuelven el aura, 
brisas celestes del aire matinal.






Hiades  impacientes;
Néfeles de lluvias sinuosas....
se manifiestan colgándose desde la bóveda celeste.

Gotas de rocío  transparentes y cristalinas
se crean, y recrean  desde las hojas de azules  jazmínes
evocación,  evocador de una hierofania sagrada. 






Atraviesan los aromas 
mientras con el evanescente éter
Et facti sunt en conciencia.






Helios se ha dejado capturar por mis retinas...
flotantes entre las caprichosas Néfeles
de un cielo poniente, y  púrpura.


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Estracto de la obra "Los Místicos Del Sol" de JEAN-MICHEL ANGEBERT

"Renace cada dia despues de la larga espera nocturna puede muy bien aparecer como la imagen eterna de un milagro incesantemente renovado.
En su misteriosa alquimia, el Sol condensa, sobre el plano astral, las fuerzas inorganicas y las energías inmensas contenidas en el COSMOS, y esta vitalidad prodigiosa, que parece constantemente renovada, participa verdaderamente de la potencia divina si, detras del Sol visible, brillante luminaria, permanece, como una inmensa hoguera infinita-mente mas vasta y mas terrible, el Sol invisible, el SOL NEGRO de los alquimistas y de los magos, llamado asi por su terrible resplandor, emanation oculta a nuestros ojos del LOGOS DIVINO... Por esto no es dado a los humanos, en esta vida al menos, contemplar ese fuego espiritual, tan brillante que quemaria nuestra alma por la eternidad. 
Por contra, los textos sagrados de la Humanidad, como el Libro de los mueryos egipcio, o el Bardo Thodol («Libro de los muertos») tibetano, tienen en cuenta esa luz que nos sera dado contemplar desde el otro lado del espejo, es decir, despues de nuestra muerte terrestre. Es el Sol de Osiris de los sacerdotes de Menfis, la «Luz azul» del Plano budista, el «Sol de los muertos» que unicamente guia las almas hacia el Espiritu y trasciende el misterio del Supremo Conocimiento. El secreto del logos, el conocimiento del Sol negro, camino de la vida y de la muerte, era la clave de los grandes misterios conocidos antaiio por los colegios de initiation, pontifices atlantidas, sacerdotes egipcios y grandes druidas, antes que se apagase la antorcha de la tradicion por el soplo de un «viento de locura» nacido en alguna parte de Judea." 




Canto Órfico 
a Helios
Perfumes: Incienso y Maná

Escucha, áureo Titán, cuyo ojo eterno
alumbra con mirada sin par la inmensidad celeste. Infatigablemente difundes tu luz primigenia
y eres
para todos los ojos motivo de alegría.
Señor de las Estaciones, que proyectas la luz a distancia, músico, danzante, en
un carro tirado por cuatro cor­
[azuzas cuando viajas en el resplandeciente carro del día.
Muéstrate propicio a estos trabajos místicos. lIumínalos, y bendice a los que te invocan con una existencia deífica.
en tu diestra el caudal de la luz matutina
y en tu izquierda el que engendra la noche,
Sol venerable, ágil y vigoroso,
ígneo, alumbrador, dondequiera transcurres
eres del malvado, enemigo; del bondadoso, guía. Todas las sendas del alma propicias, presides.
[celes,
Con los diversos sones de tu lira de oro, llenas el mundo de armonías divinas.
Padre de las edades, presides los prósperos acontecimientos..
Con tus caballos relucíentes, conduces a su meta los [mundos,
¡oh, Jove inmortal, auleta14 portador de la luz,
que ofreces los frutos, omnipotente Señor de los tiempos, cálido y alígero, que todo poder dignificas,
de lúcida mirada, que con permanente vuelo rodeas
[al mundo ordenando con hermosos rayos fúlgidos la aurora y el [crepúsculo! Dispensador de justicia, amante de todo lo que fluye,
gran Maestro del mundo, posees la supremacía. 





Canto Örfico
A las Nubes
Perfime Mirra


Nubes aéreas que lucís atravesando las llanuras celestes, 
que erráis engendrando las fecundantes lluvias,

que nutrís los frutos. Vuestras húmedas formas arras­tran los impetuosos vientos en torno al mundo inmenso,

rugidoras cual leones flotantes, chispazos ígneos.

En el seno vacío de la aérea hondura, terribles ­tembláis

impelidas por estruendosos huracanes,
y en rauda carrera, navegáis a través del espacio. Rogamos para que las brisas gentiles conduzcan Vues­tras líquidas formas sobre la Madre Tierra y sobre ella os derraméis, fe­cundantes.



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